SITUACIÓN DE LA NIÑEZ EN COLOMBIA, ATROZ
PERO NO NUEVA
Lo que determinó su compromiso fue la muerte de Jenny, una niña de dos años, en Cali. Llegó al hospital con 39 fracturas. Una vez diagnosticada, fue devuelta a su casa, porque el médico que la atendió no supo detectar las huellas de la violencia en su cuerpo. Cuando retornó, meses más adelante, nada se pudo hacer para salvarla. Desde entonces no ha habido un solo día en que no se dedique a hacer cuanto esté a su alcance para prevenir o erradicar el maltrato infantil en el país.
¿Cómo califica la situación que está viviendo
la niñez en el país?
Atroz, pero no
es nueva. Y si las marchas lo hacen sentir mejor a uno, pues que salgamos todos
a marchar y en todo el país, pero se necesitan acciones pro-positivas. Desde la
Fundación Afecto estamos proponiendo un cambio en la política pública. Es
urgente crear una unidad intersticial de crímenes contra los niños. El FBI,
en Estados Unidos, tiene absolutamente control sobre esta problemática: si un
niño no aparece en las primeras 24 horas o aparece muerto, se pone en marcha un
operativo para encontrar al menor o detener a los responsables del crimen. Aquí
se esperan 72 horas para ver si el niño se perdió jugando. Como es obvio, esta
práctica no consulta la realidad: la violencia nos muestra que el niño no se
fue a jugar. Las niñas de Suba, que jamás fueron encontradas (una historia de
hace 15 años) y algunos otros casos nos indican que la respuesta del Estado
tiene que ser más rápida y ser indisciplinara. Investigar los crímenes contra
los niños es muy distinto que investigar los crímenes contra los adultos.
¿Considera que la situación de violencia contra
los niños se ha agudizado?
Se han
multiplicado casos sobre los que no se tiene explicación. Lo que Jung describía
como sincronismos: cosas que pasan al mismo tiempo y nadie sabe por qué.
En la Fundación
Afecto, en el Hospital La Misericordia, en el programa que tenemos con
Bienestar Familiar lo que vemos con frecuencia son fracturas de cráneo de bebés
menores de un año, fracturas en los huesos largos, quemaduras, abuso sexual. En
esta época ha habido una racha, y digamos que uno no encontraría una razón
científica que la explique. Y aunque tenemos un nivel basal de violencia sobre
los niños muy alto, me molestan esos titulares que dicen que el país no quiere
a sus niños: el país somos todos, y aquí estamos las ONG, como nosotros,
trabajando porque las cosas mejoren y millones de personas buenas que jamás han
hecho ni harían un acto de violencia contra un menor. La mayoría de los padres
y madres de este país quieren a sus hijos, a sus nietos, a sus sobrinos. Es muy
arriesgado que se globalice, desde el punto de vista psiquiátrico, y se decida
que todo un país es violento. No es cierto. Jamás ha sido cierto. Esos
titulares están haciendo mucho daño porque están diciendo a los violentos que
todos somos iguales a ellos.
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